¿Fabricamos nuestra realidad?


Últimamente todo el mundo habla de física cuántica. Pareciera que las conclusiones del comportamiento de la mecánica cuántica asombran a muchos, incomodan a otros tantos, y congratulan a otra parte de la sociedad. Es importante, ya que el asunto científico ha tomado tintes tan populares, que no nos dejemos llevar por lo que “queremos” que la física demuestre, y observar lo que la física ya ha demostrado, sin moldearlo a nuestro pensamiento para favorecer o dar la razón a aquello que queremos que avale. 

El libro “El Enigma cuántico”, de Bruce Rosenblum y Fred Kuttner, es un magnífico acercamiento a este fascinante tema y a su controvertido encuentro con la conciencia. Los autores nos explican de forma amena y bastante accesible a cualquier tipo de público, cómo las conclusiones a las que llegan los experimentos cuánticos se escapan de nuestro entendimiento habitual. Estos experimentos nos acercan a un mundo en el que la realidad objetiva no existe, y en el que las cosas que vemos están basadas precisamente en la existencia de un observador. Un mundo probabilístico en el que no existen las certezas previas a la observación. Lo que no observo, no existe previamente. Einstein ya se sorprendió ante estas conclusiones, y nos dejó su desacuerdo cuando dijo: “me gusta pensar que la luna está ahí, aunque yo no la esté mirando”. 

Ante semejantes implicaciones, el sector más “oficial” de la física, optó por tomar un camino intermedio. Viendo que estos experimentos se daban solamente a nivel cuántico, es decir, cuando tomamos el ámbito de lo infinitamente pequeño, de lo microscópico, dejaron que la física newtoniana siguiera reinando en el ámbito de lo grande, de lo macroscópico. Es decir, que hay un sector de la ciencia que, al no querer entrar en el ámbito de la conciencia, no puede hacer otra cosa que dividir las implicaciones de la física cuántica, y dejarla solo al ámbito microscópico. En nuestra visión macroscópica de la vida, no podemos entender que las cosas no existan si yo no las miro, por lo que han tomado la decisión de seguir optando por la física de Newton, en la que los objetos están previamente ahí, aunque no esté yo como observador. 

La cuestión que yo me planteo llegando a este punto es, si lo que no podemos aceptar a nivel macro es que el observador cambia o influye en lo observado, quizás sea precisamente la visión del observador lo que necesitamos cambiar. Me explico. Como comenzamos diciendo este artículo, es el hombre el que debe adaptarse a la ciencia, a la evidencia, y no adaptar la realidad al gusto y entendimiento del hombre. Si la física cuántica nos está diciendo que el observador cambia la realidad observada ¿por qué nosotros dividimos esta implicación para no aceptarla? ¿no será que justamente lo que tiene que cambiar es la percepción del observador que cree que no tiene ningún papel en lo que observa?

El planteamiento que nos hacemos en Unkido es, pues, si cambiando uno mismo y abriéndonos a la implicación que nos muestra la física cuántica, ¿no estaremos influyendo en la “realidad” que vemos? Si aceptamos esta posibilidad, nuestra responsabilidad ante la vida se torna por completo diferente. Pasamos de ser unas marionetas del destino, de los hilos que maneja dios, a ser nosotros mismos los que dirigimos nuestros carros vitales. 

Desde Unkido no optamos por tomar esto como una verdad absoluta, pero sí proponemos darle cabida a esta posibilidad. Aceptar que esto puede ser posible es el primer paso para entrar en una nueva conciencia más responsable, con consecuencias muy positivas para la humanidad. 

Comentarios

  1. Leí tu post, después de escribir el mio, me sorprende lo complementarios que son. Hablando de sincronía, tenemos una a la vista!

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