Microcuentos de Bioneuroemoción (El resfriado)




Aquellos días parecieron años. Había decidido abandonarla. Después de una semana de constantes divagaciones, pensamientos encontrados, pros y contras... descubrió que, simplemente, había dejado de amarla. Uno no decide a quién se ama. Uno no hace acuerdo entre sus pensamientos, los reúne una tarde de tertulia y los enseña a dónde han de dirigir el amor. Uno simplemente puede descubrir entre sus entrañas, puede escarbar entre las hierbas de la vida hasta el corazón, y observar, en silencio, a dónde dirige su rayo poderoso, su inquietante y misteriosa fuerza inmortal. 

Dime corazón ¿a quién amas tú?

No era ella, y le dolía en lo más profundo del alma, pero, no era ella. 

Tras el estrés de las dudas llegó el miedo al enfrentamiento, a encarar la verdad y expresar el sentimiento. Se armó de valor y extendió sus palabras ante ella, tratando de no causar daño, de emitir con amabilidad a sus mensajeros de dolor. 

Después de aquello todo pareció ponerse en su lugar. Todo su cuerpo relajó la tensión que había venido soportando durante días. Volvió a casa y durmió hasta la tarde. Al despertar no estaba solo: un intenso resfriado lo acompañaba. No tuvo más remedio que quedarse en la cama. El cuerpo solo quería descansar... Ya había pasado lo peor. 

Comentarios