Microcuentos de Bioneuroemoción (La Sordera)





Él no sabía que las palabras podían convertirse en dagas, ni que los silencios pudiesen desgarrar el alma, pero cada día lo iba descubriendo entre las sombras de una casa abandonada por el amor. Ella ya no esperaba sus besos, ni siquiera lo esperaba a él. Eran dos desconocidos que conocían sus debilidades con absoluta precisión. 

Hace tiempo, cuando las caricias se encontraban entre ellos, cuando la música interrumpía las risas para describir sus almas, ella se acercaba a él, y le susurraba al oído que era el emperador que dirigía su destino. Él sentía un calambre casi místico, sentía un alimento para continuar viviendo y escuchando aquellas palabras exquisitas. 

Pero un día dejó de escucharlas. Poco a poco se fue apagando la radio de aquella pareja que un día clamó al viento que amaba por dos. 

Desde entonces, su oído ha dejado de escuchar como antes. La sordera le dijo que seguía esperando el sonido del amor. 

Comentarios