Podríamos
afirmar que vivimos en tres dimensiones distintas, o tres puntos de partida
diferente, desde estamos observando la “realidad”.
1.
Observamos una realidad física y biológica, a la que llamaremos la realidad del
“desdoblado”, o del virtual, el primer plano del Ser.
2.
Otra realidad, a la que llamaremos la de “doble” o de la “identidad particular”, el cuarto plano del
Ser.
3.
Y una tercera identidad que es el vacío, la esencia universal, nuestro origen,
o séptimo plano del Ser.
Entonces,
como he dicho para poder visualizarlo, tenemos un 1º plano, un 4º plano, y un
7º plano. Ahora, continuando con la intensión del análisis, a esos 3 planos fundantes
del Ser, les vamos a sumar otros planos que van a estar entre planos de la
consciencia, y que agruparemos como A y B.
A.
Entre el 1º y el 4º plano hay dos planos más, muy conocidos por nosotros: el 2º
plano, que es el de las emociones, o circuitos del Ser. Y un 3º plano, que es
el mental. Esos primeros cuatro planos constituyen una especie de programación,
entonces, un programa desde venimos observando la realidad hasta el momento.
B.
Pero además de aquellos 4 planos de los que somos conscientes, hay otros 2 que
no vemos, o que parecen desconectados de la consciencia. El 5º plano, o el de
la lógica del Ser, o de la lógica de la realidad, el que es, de alguna manera,
la parte del Ser que elige la realidad que queremos ver, o que vamos a
desplegar en la realidad concreta. Y el 6º plano, que es una especie de central
de energía para el Ser, el plano de los potenciales a vivir.
Y como
dije, por encima de estos 6 planos, tenemos un 7º plano, el de la esencia, o la
nada. Este 7º plano, se puede deducir también desde la física cuántica, donde
la no existencia es el origen de la existencia.
Resumiendo
pues, tenemos 3 identidades para observar la realidad, y 7 planos de
consciencia para observarla.
A
pesar de ello, nuestra identidad particular, o 4º plano, se siente como una
marca de fábrica y no quiere ceder la observación de la realidad, lo que
considera su autoría. Por esto, en realidad,
observamos la realidad según los observadores particulares de la
consciencia.
Y como dice la física cuántica, el
observador determina lo observado.
Es
decir, lo que llamamos el “yo individual” es el que nos hace sentir separados
del universo, de lo global, y del resto de los planos de la consciencia.
En
realidad, ese 4º plano, ha sido solo un intermediario entre aquellos 7 planos
de consciencia. Un intermediario muy comprometido con la existencia y que se ha
encargado de nuestros “marcadores” evolutivos, los que hemos creído necesarios
para la vida en el planeta.
Como
he dicho, observamos la realidad desde esta visión del intermediario, ignorando
los demás planos de la consciencia, sobre todo los que son inconscientes. Por eso,
aquella identidad es la que está interponiendo con la percepción totalizadora
de la realidad. O sea, ha sido un techo que nos separa para poder ir más allá
de aquellos marcadores, o del programa evolutivo. Es decir, solo percibimos lo
que es necesario para esos marcadores.
Y
como estos observadores de la realidad están dentro del tiempo y del espacio, nos
resultan lentos, pesados, y tienen una carga que palpamos, o sufrimos.
Al
mismo tiempo, como decía, aquella identidad le pone un dique al observador de
origen, el que está fuera del tiempo y del espacio. Y como éste observador, está
fuera de la existencia, puede ser más veloz que los observadores de la
identidad.
Esto
lo sabemos pero solo en forma inconsciente. Por eso, nos sentimos desconectados
de aquel enlace con la nada, con aquel observador más veloz de la realidad.
Nuestra
identidad se ha encargando de aquellos marcadores, de la mejor forma que ha
podido, con las soluciones que le ha dado la experiencia. Es decir, los
observadores de la identidad, observan desde un eje horizontal, eje desde el
cual no se ve desde “arriba” de la experiencia lineal. Y además, esa
experiencia, como es lineal, nos separa el tiempo, en pasado, presente y futuro.
Específicamente,
nuestros marcadores primarios, de los que se ha encargado la identidad, están
atentos a lo fundamental y son 4:
Es
decir, nuestra identidad se ha encargado de nuestra supervivencia - marcador 1-,
de protegernos – marcador 2-, de medirnos con los demás, o incluso con nosotros
mismos, - marcador 3- y de suplir lo que sentimos como “el faltante” – marcador
4-.
O
sea, que ha tenido la difícil misión de solucionar nuestras necesidades más
básicas, y tiene también el arduo trabajo de sustituir nuestro faltante,
aquella nada. Sustituirla con valores, reglas, pensamientos, creencias, magia, etc.
Necesarios para abrir el tiempo.
Esto
ha funcionado hasta el momento. Pero, como afirma la ley del desdoblamiento del
tiempo, ahora estamos ante un cierre de la apertura temporal, y este cierre,
nos invita a hacer un salto de consciencia que vaya más allá de atender a nuestros
marcadores, o de nuestras necesidades fundamentales
y constitutivas.
Por
lo tanto, en este tiempo y espacio, ahora, podemos ir más allá de lo que lo que
hemos funcionado hasta el momento, y observador la realidad, con el
observadores de lo nada.
Para
hacer ese cambio de la percepción y estar acordes con aquel cierre temporal, se
necesita un proceso de desmantelamiento de aquel “encargado” de observar la
realidad.
Por
eso, cuando sentimos que queremos re-conectarnos con aquella fuente original, vamos
a notar nuestros marcadores se resisten a ser independientes de la identidad, identidad
que había sido como nuestros padres, cuidando nuestras necesidades más
primarias.
Es
decir, para que estos marcadores básicos sigan encontrando repuestas, nos
sentimos obligados a obedecer a lo que dice la identidad, y a estar atentos a
las soluciones que ha encontrado en la experiencia. Como estas soluciones
vienen del pasado, aunque creamos estar viviendo en el presente, sólo estamos
repitiendo el pasado, o viendo la realidad desde el pasado y no desde el
observador más veloz de la consciencia, el que puede observar el instante
presente y la comunión de los 3 tiempos, pasado y futuro, en ese presente.
Este
observador de la realidad se puede percibir estableciendo un “enlace lógico”
con él, y no validado lo que los observadores de la identidad ven, porque solo
veremos entonces, lo programado. Pero no es necesario acallarlos con algún tipo
de esfuerzo, pueden seguir hablando en un segundo plano, mientras estamos
atentos a ese enlace lógico, o dicho de otra forma, a lo que dice el silencio.
Podríamos afirmar que vivimos en tres dimensiones distintas, o tres puntos de partida diferente, desde estamos observando la “realidad”.
ResponderEliminar1. Observamos una realidad física y biológica, a la que llamaremos la realidad del “desdoblado”, o del virtual, el primer plano del Ser.
2. Otra realidad, a la que llamaremos la de “doble” o de la “identidad particular”, el cuarto plano del Ser.
3. Y una tercera identidad que es el vacío, la esencia universal, nuestro origen, o séptimo plano del Ser.
Entonces, como he dicho para poder visualizarlo, tenemos un 1º plano, un 4º plano, y un 7º plano. Ahora, continuando con la intensión del análisis, a esos 3 planos fundantes del Ser, les vamos a sumar otros planos que van a estar entre planos de la consciencia, y que agruparemos como A y B.
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