Hay una especie de miedo a “soltar el saber”, que es muy paradójico y cómico. La mente cree que si suelta lo que sabe, lo pierde, aunque eso no sea verdad. El movimiento de soltar lo que uno sabe, para que se actualice esa perspectiva, lo único que hace es dar oxígeno, amplitud y expansión a la perspectiva.
Creemos que no debemos soltar una perspectiva que creemos muy coherente; pero justamente muchas veces, esas perspectivas que creemos más coherentes son las que más nos atan, no porque no lo sean, sino porque nos abrochamos a sus razonamientos, nos quedamos pegados a los argumentos, en lugar de soltarlas también y permitir que se expandan.
Cualquier argumentación es temporal. En el momento que me ato a un argumento y lo fijo, deja de estar en actualización y expansión, para quedarse obsoleto con respecto a los momentos siguientes que se desarrollan.
Del mismo modo, la argumentación que en un momento dado expresa un individuo, en su contexto y su espacio-tiempo, cuando otro individuo la utiliza porque le parece muy coherente, pero sustituye su propia expresión natural con su contexto y su momento, por el texto argumental de otro, se está abrochando a una idea, en lugar de estar disponible al vacío dándole toda la amplitud y capacidad de expandir sus perspectivas.
Podemos darnos cuenta, observando en nosotros mismos, ese mecanismo de sustitución de lo que el vacío hace en mí, al estar presente y abierto, por un texto argumental de un otr@.
Se podría decir que ese movimiento es pasar de estar on line, en apertura y constante actualización, a que, al agarrarnos al argumento, nos quedamos off line, y lo que me informa es un argumento que no se expande, que no se oxigena...
Es realmente paradójico el oxígeno y la liberación que da soltar los argumentos a los que más me agarro porque considero más coherentes. Añado que soltar no es descalificar, soltar es soltar y en ese movimiento permitir que las cosas se expandan... pero eso ya para otro capítulo.
Fragmento de "Vía 0", en elaboración (sí, lo he cambiado de Título a la inteligencia subyacente)
Imagen de José Mataloni
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