La Observación Sincera: Inteligencia SIMPLE e Inteligencia COMPLEJA

Desde mi punto de vista, éste es el tema más importante a la hora de tener en cuenta en este proceso de transformación, y con el que tenemos mucha confusión. Una confusión en esta base, genera que después uno se vaya a complejidades muy grandes con una piedra en el zapato, y no pueda comprender lo complejo, porque la base simple está viciada. La comunicación sincera puede ser interferida de muchas formas o sucedáneos de sinceridad que alargan el camino.

Quiero hacer una distinción entre una observación desde un nivel de conciencia Neutro, que no es parte del “pensamiento”, y una observación que trata de controlar al pensamiento mismo, y que es pensamiento en sí. Ambas son completamente distintas. Digamos que una es una actividad de inteligencia SIMPLE, y la otra es una actividad COMPLEJA. Estamos acostumbrados a utilizar la compleja, que incluye desarrollos de palabras, argumentos...etc. Y estamos despertando a la inclusión de la Inteligencia SIMPLE, la cual tiene la capacidad de reparametrizar a la inteligencia COMPLEJA; no así a la inversa. Si nos metemos en tratar de comprender niveles abstractos desde una inteligencia compleja, de pensamiento humano exclusivamente, no solo no podremos tener la comprensión que le pertenece a la inteligencia simple, sino que llegamos a callejones sin salida una y otra vez, y a una enorme saturación mental. Desde mi punto de vista, estas confusiones son parte de que la persona no percibe el nivel de sinceridad con uno mismo, desde esta inteligencia simple, sino desde la compleja.

Por un lado, creo que puede ser muy útil observar cuál  es la finalidad con la sinceridad, porque muchas veces ésta es una utilización de los valores. Muchas veces es tomada como una obligación que procede del modo “premio-castigo”. Castigamos lo falso, premiamos lo verdadero.

La honestidad de la que hablamos que precisa este proceso, no tiene nada que ver con ese tipo de honestidad.

La sinceridad con uno mismo en la comunicación interna, sería esa mirada directa a lo que sucede en mí en cada momento, sea esto lo que sea, es decir, sea un tratar de esconder algo, ya sea no ser capaz de enfrentar algo... sea lo que sea, permite observarlo directamente tal y como es. La diferencia es enorme con la honestidad por valor. Ser sincero con que me estoy mintiendo, soy sincero con que tengo miedo o que no puedo asumir una situación... etc.

El valor siempre obliga a hacer un cambio, mientras que la sinceridad que transforma, acepta. Acepta lo que es, tal y como es. El valor apunta a castigar lo que es, y a premiar lo que debería ser. Castiga que no puedo asumir una situación, por ejemplo, mientras que la mirada neutra observa que no puedo asumir una situación, y permite la expansión de esa capacidad.

Teniendo claro esta sinceridad en la comunicación interna, la comunicación con el otro puede darse en forma más sincera, en el nacimiento de este proceso de observación. Mientras que, si la sinceridad está dirigida por el valor, existe un impulso de obligación a hacer una especie de “confesión” con aquello que guardo.

La diferencia está en que, la mirada directa a lo que es, tal y como es, implica que me da una perspectiva muy diferente para observar aquello que, desde el valor, escondo, precisamente lo escondo porque está “condenado” bajo mis parámetros de observación, y entonces, muestro con esfuerzo para cumplir con el mandato de transparencia. Esta mirada nos permite dar luz a aquello que escondíamos, no en modo confesional, sino en modo aceptación total del hecho o del observador, porque éste es incluido desde su función no lineal.

Cuando tratamos de aceptar algo por esfuerzo implica que hay un valor ahí interfiriendo. Encontrar el valor que está interfiriendo, es entonces, algo extraordinario, porque permite que el proceso se redirija constantemente, y entre en una liviandad y en una transformación constantes. El encuentro directo con lo que es en ese momento, entre la conciencia neutra y lo que es, la transformación es algo que se produce en el encuentro mismo de aquella observación, y no está dirigida por el “yo”, por el “centro de control humano de la inteligencia compleja”. El humano solo, digamos, permite ese encuentro.

La observación tomada por ese centro de control humano, tiene la finalidad de iluminarse, mejorarse a sí mismo...etc. Observa para cambiar algo, y si no lo cambia, se frustra. La observación de la inteligencia simple que trasciende a aquel controlador, solo observa lo que es y lo acepta. Ésta, observa a la otra con total neutralidad, y ejerce una transformación en ese “control de mandos” humano. Digamos que la observación neutra permite lo que sucede en el interior de uno, porque le interesa observarlo tal y como es; mientras que la observación que ejerce el “control de mandos” busca cambiar lo que es, porque tiene parámetros que buscan modificar la realidad que tiene delante.

Entrar en este nivel de profundidad lo es todo, y a partir de ahí, ir pudiendo asumir complejidades que se transforman ante nuestros ojos, desde una mirada simple, lo cual es muy distinto del esfuerzo de tratar de comprender desde lo complejo. El posicionamiento en la mirada simple y neutra nos ofrece esta habilidad de auto-sinceramiento, porque es la capacidad que porta, de modo que no es algo que el humano tenga que luchar por, sino aprender a tener esa disponibilidad y esa habilidad, porque se le despierta un interés mayor por aquel proceso de transformación, que por el mejoramiento de su yo.

Vamos a profundizar este tema ampliamente en el próximo Grupo 23: http://www.unkido.com/grupos-de-trabajo

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