"Me fijo... y veo que cuando lucho “contra” una idea, construyo argumentos para defender otra... me fijo... y veo que, de alguna forma, esa idea contra la que lucho, tiene mi crédito, mi credibilidad. Si no lo tuviera, no habría lucha. Es tan obvio que se pasa desapercibido.
Cuando “alguien” emite esa idea en el afuera, la imagen que le da crédito dentro de mí, se ofende. Culpo al “quién” automáticamente, de emitir esa idea que yo sostengo como cierta dentro de mí. Y me olvido de examinar a la idea misma, más allá del alguien.
Profundizo un poco... y separo al “quién” de “la idea” misma.
Me sigo fijando... que si soy lo suficientemente honesto conmigo mismo, y aunque sea por un instante, dejo a un lado la adicción de señalar al otro como culpable de generar una idea que no soporto, de poner la atención en el “quien”, y pongo el foco en la idea, de modo que hago un giro hacia dentro, y decido buscar en mí dónde tengo toda esa argumentación sostenida, en lugar de luchar contra ella, tengo la posibilidad de invalidarla, sacarle el crédito de la credibilidad que le doy, y ver cómo mientras la idea se deshace, se deshace al mismo tiempo la imagen que construí para luchar contra ella.
Un “yo” se desarma, un “yo” que cree que es verdad lo que aquella idea dice, y necesita argumentar en contra para defenderse de la idea.
Me sigo fijando... y veo que así me voy haciendo responsable, poco a poco, de lo que siento ante la vida, ante el otro. Y en esa responsabilidad asumida, uno va recuperando una capacidad y una libertad internas absolutamente indescriptibles. "
Cuando “alguien” emite esa idea en el afuera, la imagen que le da crédito dentro de mí, se ofende. Culpo al “quién” automáticamente, de emitir esa idea que yo sostengo como cierta dentro de mí. Y me olvido de examinar a la idea misma, más allá del alguien.
Profundizo un poco... y separo al “quién” de “la idea” misma.
Me sigo fijando... que si soy lo suficientemente honesto conmigo mismo, y aunque sea por un instante, dejo a un lado la adicción de señalar al otro como culpable de generar una idea que no soporto, de poner la atención en el “quien”, y pongo el foco en la idea, de modo que hago un giro hacia dentro, y decido buscar en mí dónde tengo toda esa argumentación sostenida, en lugar de luchar contra ella, tengo la posibilidad de invalidarla, sacarle el crédito de la credibilidad que le doy, y ver cómo mientras la idea se deshace, se deshace al mismo tiempo la imagen que construí para luchar contra ella.
Un “yo” se desarma, un “yo” que cree que es verdad lo que aquella idea dice, y necesita argumentar en contra para defenderse de la idea.
Me sigo fijando... y veo que así me voy haciendo responsable, poco a poco, de lo que siento ante la vida, ante el otro. Y en esa responsabilidad asumida, uno va recuperando una capacidad y una libertad internas absolutamente indescriptibles. "
Fragmentos del libro en elaboración "Vía 0: Inteligencia Subyacente"
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